Tradición ancestral protectora del hogar.
Didjha es la forma más antigua de proteger y mantener en equilibrio tu hogar, con una antigüedad de más de 300.000 años, está directamente relacionada con el Didni.
En la leyenda del meteorito que originó Didni, se habla de una “roca” que cayó del cielo y que llevaba grabado el símbolo Didni. Cogiendo esta leyenda como referencia, Didjha representa esa roca.
Nuestros ancestros, nómadas en su mayoría, situaban el Didjha en el centro del “poblado”, lo acompañaban de los dos elementos básicos por aquel entonces; el sol y la luna.
De una manera muy rudimentaria, como puedes imaginar, dibujaban un sol en una piedra y una luna en otra. Los situaban estratégicamente según su lógica; la piedra del sol en dirección a la salida del sol, y la piedra de la luna en dirección donde veían la luna.

Este pequeño ritual lo realizaban siempre que llegaban a un nuevo asentamiento, de esta manera protegían su poblado y lo mantenían conectado con el entorno, con la naturaleza.
Debían protegerse del clima, los animales y de otros poblados. A su vez se aseguraban de que no les faltara comida y agua; Protección y conexión.
Cuando dejaban el asentamiento para trasladarse a otro lugar, llevaban consigo el Didjha y los elementos sol y luna siempre y cuando les fuera posible. Si por algún motivo no lo pudieran llevar (por exceso de peso por ejemplo), volvían a tallar o pintar otra roca con la misma misión.
Si bien es cierto que algunos didjha pudieran estar hechos de otros materiales, como barro. Es posible que en la zona donde estaban no fuera sencillo encontrar piedras, por ejemplo en zona desértica. La cuestión es que de una forma u otra, el Didjha siempre estaba presente. Era la forma de CONECTAR la morada, con la armonia.
Se dice que cuando el poblado crecía y fijaban sus casas de una manera más estable, algunas familias comenzaron a realizar esta costumbre dentro de sus propias casas. Independientemente que se hiciera también en el centro del poblado.
Según la leyenda, los aldeanos se reunían alrededor del Didjha del poblado para comer juntos, conversar sobre cuestiones relacionadas con sus vidas y sus inquietudes, en definitiva para mantenerse conectados entre sí y con el entorno.
Esta costumbre es poco conocida precisamente por su antigüedad. Más recientemente la cultura china se lo adjudicó como propio a través del feng shui, 5000 años atrás.
Pero es obvio que esta cultura de mantener el equilibrio natural se originó con el Didjha.
En la actualidad, se mantiene esta tradición en muchos hogares, respetando en lo posible la forma ancestral. Hay personas que sitúan un Didjha en el centro de la mesa del salón y se reúnen con sus seres queridos para compartir experiencias, conocimientos, comida y buenos ratos de conexión real. Por supuesto, ni hay teléfonos presentes, ni televisión, ni aparatos tecnológicos que interfieran en este acto. Es un momento único para conectarse entre todos, hablando de temas profundos de la vida; cada cual aporta su saber con el objetivo de “DAR”, en todo caso se trata siempre de sumar, no de restar.
También sabemos de casos en los que el Didjha está situado en el centro de la vivienda, al igual que nuestros ancestros lo situaban en el centro del poblado.
Otros adiquiren una rajola que la mandan a hacer de manera artesanal con el simbolo para ponerla en el suelo en el centro de la casa, simblizando la roca estelar.
En definitiva se trata de mantener la conexión, y de esta forma el equilibrio con aquello que, en definitiva, nos da la vida: el aire, el agua, el fuego y el espíritu.
Cabe decir que la colocación del símbolo respecto al espacio debe ser con la punta superior encarada hacia el norte y el punto o círculo del mismo dirigido al sur.
El momento idóneo, según los ancestros, para llevar a cabo estas reuniones es una vez al mes coincidiendo con la luna llena. Pero evidentemente, cualquier momento es bueno para reunirse con personas afines o queridas y compartir un tiempo de paz y conexión.